Zamora y Las Edades del Hombre
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Tras llegar a Zamora por medios propios (aprovechamos para dar las gracias a los socios que ofrecieron sus vehículos para llevar a otros participantes de la actividad), nos encontramos todo el grupo en la Playa de los Pelambres.
Allí nos estaba esperando Beatriz Barrio, guía oficial de la ciudad y una de las personas más preparadas para enseñarnos Zamora. Fue un lujo estar en sus manos.
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Tras contemplar la mejor panorámica de la ciudad, seguimos la orilla del río Duero hasta el denominado Puente de Piedra, el más antiguo de Zamora.
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Una vez cruzado el río nos esperaba una importante cuesta de subida hasta la zona más alta de la ciudad. Eso sí, las vistas obtenidas luego desde el mirador fueron la mejor de las recompensas.
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Después nos dirigimos a la Catedral, donde Beatriz continúo dándonos unas excelentes explicaciones desde su perspectiva de arquitecta.
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La Plaza de la Catedral, en la que destacaba la imponente Torre Campanario, nos llamó mucho la atención.
Desde ella y atravesando un arco, se llegaba a…
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El Castillo de Zamora, cuya gran época de esplendor la vivió durante la Edad Media.
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Las vistas desde castillo hacia la catedral son también de lo más impresionantes.
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Desde la zona más alta de Zamora fuimos descendiendo, callejeando y recorriendo iglesias (como la de San Pedro y San Ildefonso) en nuestra ruta cultural por la Ciudad del Románico.
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En la Plaza de Viriato, Marcos aprovechó para contarnos la historia de este líder lusitano que mantuvo en jaque a la todopoderosa Roma. Solo la traición de tres hombres de su confianza pudo acabar con el caudillo legendario. Aunque al final no obtuvieron la recompensa prometida: “Roma no paga a los traidores”.
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La siguiente plaza a visitar fue la Plaza Mayor, lugar neurálgico de encuentro para los zamoranos a lo largo de su historia. El ayuntamiento y la iglesia de San Juan se asoman a ella.
Un conjunto escultórico nos recordaba la importancia de la Semana Santa zamorana.
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La visita guiada de la ciudad terminó en la Plaza de Sagasta. Una buena guinda final con los preciosos edificios modernistas que rodean la plaza.
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Sin duda alguna, nos habíamos merecido un buen almuerzo. Reservamos en uno de los restaurantes más conocidos de la ciudad y probamos platos típicos: morro de ternera guisado, cecina preparada de Leon, queso curado de oveja y, sobre todo, arroz a la zamorana (el plato estrella de la región).
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Con el estomago lleno y las energías renovadas, continuamos nuestra visita por la tarde. Las agradables sorpresas se siguieron sucediendo, como la pintoresca Calle de Balborraz, una de las calles más antiguas y con más historia de Zamora.
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La tarde la teníamos reservada para visitar la prestigiosa exposición Las Edades del Hombre.
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El tema central elegido para este año era: “Esperanza”.
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Como es habitual en las exposiciones de Las Edades del Hombre, el contenedor es tan impresionante como el contenido. Y así, nuevamente, los edificios religiosos elegidos para albergar las obras seleccionadas eran de primera categoría.
Además de las esculturas expuestas nos llamaron mucho la atención los frescos antiguos pintados en las paredes.
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Para aprovechar mucho mejor la muestra, reservamos una visita guiada con uno de los monitores oficiales de la exposición.
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Y aunque no se veía suficientemente bien por el elaborado montaje artístico, el interior de la catedral de Zamora nos impresionó tanto como su aspecto exterior.
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La excursión tocaba a su fin, pero aún nos quedaba irnos por la puerta grande, en esta ocasión: por la denominada Puerta del Obispo, una entrada románica cuyos orígenes se remontan al siglo XI. Una vez cruzada, Zamora nos despedía con unas vistas espectaculares del Puente de Piedra al atardecer.
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Un viaje estupendo.
¡Gracias a todos los que lo hicisteis posible!












